a string of distractions, veinticuatro. epilogue - justin hurwitz

Buenos días alegría, buenos día planeta, buenos días sol. Hoy es mi natalicio y planeo saborear cada milimétrico segundo del día.

En este sentido, me interpreto desde diferentes ángulos, máscaras, you name it. El beneficio de esta práctica decreció conforme construía la persona que iba a ser, cuando mis convicciones pactaron estadía perpetua, la duda sobre lo que significaba ser "yo" creció de manera radical. 

Long story short: mi yo de cinco años responderá todas las preguntas acerca de mi obsesión cumpleañera. Mi yo de veinticuatro (recién cumpliditos) reflexiona críticamente sobre su vida, y examina sus pasos. Todo mientras espera ansiosa el correo notificando el depósito del sueldo. Qué bestia.

Divagar en el infinito numeral de mi mente significa extenderme en los mensajes a mí misma, y significa también un mutismo acelerado con la curiosa inquietud de siempre. Ser muchas personas a la vez significa formar constantemente una opinión contraria a la que determinaste temprano en la mañana.

Todo eso para decir que mi camino crece esplendoroso en los días venideros. Me siento a saborear la vida pasar. Mis libros me acompañan, me cubren los pies del sol estival. La música late en mi corazón en dónde sea que esté. La magia de encontrarte en una canción, refugio divino. A menudo cuestiono mis pasos, intento repasar una y otra vez todas las escenas de mi día a día para tomar nota de las cosas que pueden ser mejoradas, como si estuviese en un feedback session infinito. Y todo el tiempo tiene una nota, y toda nota debe ser revisada hasta que se torne en perfección.

Quiero desenchufar los alambres, desconectar el internet, apagar las luces y dejar que el mundo respire a mi alrededor. Abro un libro, cualquiera, elijo la página noventa y ocho, leo la tercera línea y la décimo séptima palabra se ilumina en negrillas: amor.

Años después, cierro los ojos y dejo que la brisa matinal escriba en mi frente: amor, amor fati. Y me levanto a recibir el amanecer con la seguridad de saber que todo tiene su origen y destino. Nada queda inconcluso en el universo, sería mucho problema para la mega estructura cósmica. No creo posible el que todo esto quede a nuestra merced, a disposición del hacer y del no hacer. Si el universo pudiese reflejar en tan solo una minúscula porción el caos que la voluntad humana generaría, colapsaría el concepto de vida mismo. 

Uno no puede despertarse cada mañana a cargar con el peso de hacer las cosas bien para proteger las leyes entrópicas, y disfrutar estar vivo a la par. ¿Por qué dedicar mi atención a lo que no puedo controlar? Amo profundamente tantas cosas, el tiempo es un recurso escaso.


Me gustan los rituales, son procesos espirituales, místicos. Es como abrir in workflow espiritual. Los últimos seis años han sido maravillosos, y si bien no creo que el ser humano "incorpore" creencias e ideas de manera inmediata, habilitando la posibilidad de atribuir fecha exacta, sí confío firmemente en los rituales de iniciación de un nuevo año. Cada cumpleaños desde mis dieciocho han marcado en piedra la nueva vida que estaba esperándome al otro lado del río, la libertad. 

Siento que estoy escribiendo los últimos versos de un libro que será pronto desechado, no porque su contenido no sea valioso, sino porque ya no es necesario. Estoy escribiendo el epílogo del libro de mi vida, Dios dirá el día en que se cierre por completo, mientras tanto, celebro los últimos días con la configuración a actualizar en el sistema operativo emocional de mi ser, y acepto todo aquello que no puedo controlar, como mi cabello por ejemplo.

Comentarios

Entradas populares