ADHD - That's Life, Frank Sinatra

Una de las mejores cosas que me sucedieron el año pasado fue, definitivamente, el ser diagnosticada con ADHD. No más depresión, no más ansiedad, no más descontrol, ni desesperanza. Me convertí en una persona completa y funcional, y de repente, me encontré en total y absurdo comando de mi barco.

Es interesante entender cómo todos los "peros" de mi infancia y adolescencia se habían convertido en ejemplos claros de un diagnóstico perdido. Los llamados de atención que muchas veces encontraba injustificados, o increíblemente hirientes, de repente se tornaron en lecciones de vida acerca de cómo no tratar a las personas, en lugar de ser guías compactas sobre cómo debería estar llevando mi día a día.

No gritaba, simplemente me cuesta modular mi voz. No era relajosa o desobediente, mi capacidad de atención es corta y busca constantemente sumergirse en un pozo de dopamina. El David le llama al déficit de atención, "alergia al aburrimiento". Y yo tengo una alergia crónica y severa al aburrimiento, y mi cabeza funciona a mil por hora, todo el día, todos los días.

Hace algunas semanas, tuve un encuentro cuasi espiritual después de haberme tomado media botella de tintura de CBD. Creía que no tendría efecto porque nunca había sentido ningún alivio al tomar gotas de CBD, así que decidí no botar a la basura mi dinero, y beber el contenido. Just because.

Pasaron al rededor de dos horas hasta que comencé a sentir una leve tibieza en mis antebrazos y manos. Fui consciente de cada célula funcionando en mis ojos al momento de pestañear, y sentía la sequedad de la boca revolviendo cada pieza dental. Sentía mi ropa, mi cabello, sentía el ambiente y la respiración de la Atlas. Podía ver el pasado de manera clarividente, sentir a través de mis manos anteriores, correr con mis zapatos de la infancia.

Hice un recorrido fascinante al rededor de los edificios que me protegieron durante mi primera vida, y salté las grietas desamparadas en las calles que me conducían a la guardería. Hablé con mi yo ingenua, con mi yo que sentía la culpa del universo caer sobre su espalda. Intenté entender las cosas que sucedían en su interior. ¿Se acuerdan cómo se sentía ser ustedes a los cinco años? Ese día yo sí, y me acordé con una precisión desgarradora, con una vehemencia infantil (claramente).

Ese día, encontré la respuesta. Neurodivergente. Siempre he sido un cascabelito, neurodivergente, apasionada observadora, creativa, colorida, mucho texto, sentidora profunda. Qué lindo, qué lindo, qué lindo estar viva y entenderme y aprender a entender mi cerebro y su colorida variedad.

Hoy es un día feliz. Feliz.

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