It's all a little too much
Las obligaciones y los recuerdos me mantienen viva; si no fuera por la profunda tristeza que me genera el recordar todo lo que he vivido, y el camino entrecortado que me ha acompañado a lo largo de mi vida, no me sería tan natural el existir de la manera en que lo hago.
Me acompaña una serenidad incomprensible para alguien que no tiene todas las respuestas para lo que hace, ni las guías adecuadas para seguir sin tropezarse.
El jueves tuve una sesión de terapia interesante, no fue particularmente reveladora en el sentido de las cosas que yo ya entendía acerca de mi, sino que me dio una perspectiva interesante sobre cómo proceso mi vida. Es decir, yo nací en el medio de un montón de confusión, atravesada en medio un montón de personas que me sorprende haber llegado hasta este punto de la vida. No se me hace antinatural el caos o el bullicio, pero por eso busco sentarme al borde de la piscina a tomar un vaso gigante de jugo de coco mientras leo en silencio. No me gustan los ruidos fuertes porque siempre sentí que las cosas que son innecesariamente bulliciosas no tienen mayor razón de ser.
Si no fuera por todo este caos de existencia, las cosas no se experimentarían de la misma manera que lo hago actualmente. Es súper raro esto. No me siento particularmente aludida a hacer algo diferente, ya casi no tomo café, bañarme es un proceso un poco aburrido, los olores no me sorprenden como ates, pero también me siento un poco más en paz de lo que me sentía hace mucho tiempo. Tengo la tranquilidad de poder estar un sábado por la noche en mi casa, viendo el atardecer. Los colores fascinantes del cielo me enamoran, tengo muchas ganas de quedarme a ver el cielo para siempre. Agradezco profundamente por la oportunidad de poder vivir, de poder ver el cielo, de tener café para tomar en la noche, de la libertad de sacarle a mi perra a correr en las noches, de sentirme segura a pesar de todo, de poder apagar las luces, de ver la vida pasar.
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