Diarios - Abril Dos Mil Veintitrés
Siempre quise hacer de este proyecto, algo que me daría la libertad de sentir las cosas profundamente y poder escribirlas en algún lugar donde nadie las leyera.
Empecé a escribir el segundo mes de pandemia; la cuarentena fue un momento muy duro en mi vida y aunque ahora agradezco todas las oportunidades que me dio, también añoro la simpleza de los días que le precedían.
Era mayo de dos mil veinte y yo estaba perdidamente enamorada de mi primer novio, tenía la ilusión de pasar la vida a su lado y aunque no contaba con las mejores herramientas emocionales, pude intentar quererle profundamente y con la convicción de que todo iría bien, creía, o quería creer, que algún día las cosas mejorarían, y todo cambiaría para bien. Que la tristeza se me iría, que la pena me dejaría de comer el corazón, y tendría al fin suficiente espacio para guardar su presencia en mí.
Las cosas obviamente no se dieron así, y de un día para otro, me vi olvidada en un maremoto de tristezas. y estaba bien. Estaba todo bien. Quizá no super quererle bien, o hacerme querer bien. Quizá duramos por pura inercia. Quizá estuvimos juntos mientras nos alimentábamos. Quizá seguimos ahí porque en realidad nos amábamos y un día nos levantamos creyendo que habíamos aprendido lo que teníamos que aprender el uno del otro.
Y así, este proyecto se convirtió en un testimonio vivo de mi amor profundo por él. El amor y el desamor, obviamente. El amor y el desamor. Te quise mucho siempre, profundamente.
Después, este fue un diario que recogió mis movimientos insulsos entre las montañas de la adultez. Queriendo sobrevivir en mi nueva casa, queriendo aprender a ser alguien racional, organizado, feliz.
Hasta que eventualmente me convertí en la persona que necesitaba escribir para sobrevivir. Y nació así el diario de la depresión.
Este proyecto me ha tomado mil años para tomar forma, en el camino me he encontrado con un millar de cosas que quisiera incluir aquí. Mi yo de hace tres años está feliz y orgullosa de haber siempre seguido con el Yo Me Fui Con Tu Nombre Por La Tierra. Leerme y escribirme es un voto de confianza, de amor, de paciencia conmigo misma.
Gracias, Elisa. Gracias. Seguí.
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