Acerca de febrero, el amor, las amistades, los tatuajes y los piercings.

Hoy me hice dos piercings más. Nunca pensé que dolería más en la oreja, pero definitivamente me tembló una fibra sensible el momento de hacer la primera perforación.

Eso me hizo pensar que realmente no me gusta ponerme en situaciones incómodas que resulten en dolor físico, o en malestar emocional. Y quizá eso se relacione con el hecho de que todavía no me atrevo a ponerme en situaciones incómodas que promuevan mi crecimiento personal de una manera exponencial.

Lo que me hace también pensar que todas las veces que he intentado hacer las cosas que me ponen incómoda, me he encontrado en una situación desgastante en la que mi voluntad y mis ganas de existir, en general, se van al suelo y se derrumban.

Estos días he agradecido profundamente por la maravilla que ha sido el saber cómo reconstruir mi vida. Agradezco todos los días por las personas que me rodean y que me alimentan tan bien el corazón; me siento acompañada y comprendida incluso cuando la vida no termina de hacerme sentido. Y no hay mejor sensación que esa. 

Todavía intento recobrar el sentido de la persona que soy pero no pretendo juzgarme ni tampoco hacer como si yo estuviese exenta de errar. Quiero paz y quiero amor y quiero nuevas aventuras y nueva música y nueva vida y nuevo todo, pero también quiero quedarme con la tranquilidad de que las cosas que ya he disfrutado me serán duraderas y que me bastarán para seguir adelante, sin necesidad de que tenga que cambiar constantemente.

Me quiero ser suave y constante, pero también abierta a las posibilidades que nos abre la vida.

Una suerte existir. Una verdadera suerte el existir.

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