Diarios: Sin Químicos, down the rabbit hole we go.

Sentir la caída absurda, abrupta y premeditada de la caída y descenso hacia el abismo.
Hace algún tiempo he tenido el sentimiento palpitante de que mi vida está perdiendo su sentido, una y otra vez me levanto sin ganas de existir en medio del mundanal ruido. Nada me llena, nada me satisface, nada me hace feliz. Son pequeños los instantes en los que mi mente hace silencio y me encuentro dispuesta a sentir la vida de una manera feliz. Ojalá no todo fuese pasajero porque añoro congelar momentos específicos de mi vida en escaparates para poder revivirlos cuando me sienta azulada, con ganas de dejar de sentir las sensaciones feas del abismo, del frío, del abandono.
Me encuentro en una encrucijada del amor, añorando momentos lejanos que me repetían levemente lo importante que era vivir. A veces sueño que logro salir, escapar del momento azulado que me tiene entristecida desde siempre. Y lo hago por algunos días, por algunos meses, por algunos años, y de repente me encuentro frente a la vida ennegrecida nuevamente. No tengo claro que estoy haciendo con mis días, con mis semanas, siento que todo se me escurre por entre los dedos. La tristeza. No sé describirla. Me engulle, me enceguece. Me vuelve torpe y atolondrada. Pierdo los sábados y los domingos entre llantos inconsolables. Ojalá volver a tener dieciocho y estar enamorada. Ojalá volver a tener dieciocho y el alma en fuego por el amor. Ojalá volver a tener dieciocho y las ganas de vivir por el amor. 

Hoy quise salir a caminar por mis calles, pero el peso de la vida me oprimió el corazón y los pies. Hoy, solo hoy, me dejo estar triste porque estoy cansada de darle batalla a mi cabeza, al silencio desconsolador que me enceguece. 

Comentarios