Diarios: nuevos químicos, caminatas nocturnas y ansiolíticos de lavanda

Algo que puedo destacar de mis ahora frecuentes visitas al psiquiatra, es que los manes son las personas más parcas e incomunicativas del universo. Fríos, lejanos, momentáneos. Quiero respuestas, no quiero remedios. O bueno, sí, también quiero remedios. Quiero de las pastillas que eliminan la tristeza y abandonan la dejadez. Quiero de las pastillas que me emocionan, de las que me alucinan, de las que me hacen sentir el corazón a mil por hora. 

Extraño sentir las cosas, o al menos saber identificar lo que sentía. Ojalá poder decir, sí, hoy me encuentro meditabunda, extrañada, olvidada, enojada, feliz, radiante, confundida. 

Pero no. En esta casa no conocemos de los límites de las palabras y vagamos por todo lado.

Fui donde un doctor que tenía tu nombre. Te pensé y escuché todo el día. Volví a pensar que yo a vos te querré por el resto de mi vida.

Son las dos y cuarenta y siete.

Mañana será otro día.

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