Diarios de la depresión: doce horas antes de mi primera cita con el psiquiatra, me senté a escribir

Es oficial, no solo soy una persona que siente mucho. Tengo depresión. Ojalá poder explicarme mejor.

Siempre encuentro la necesidad de crear, ese es mi estado constante, recordándome que no hay nada más satisfactorio que sentarse a escribir. Crear desde el fondo de los pulmones y crear con todas las células conscientes de una misma, crear con frenética necesidad de despojar las paredes repletas del corazón, y crear con desenfado, dando fuertes teclazos en el computador.
Crear es tomar la rabia que una no deja de sentir en las madrugadas y vomitar palabras que no hacen mucho sentido cuando una las imagina independientes. Crear es no querer hacer sentido sino simplemente experimentar con los colores y las formas y las maneras en las que una flor puede convertirse en hoja, en cuaderno, en lápiz, en ojo, en mano, en voz, en amor, en diluvio, en verano. 
Crear es ser malabarista, es bailar, es caerse en medio de la piscina y no encontrar el tirante del traje de baño que se acaba de soltar y que le ha producido a cada una de nuestras células la vergüenza antinatural de la desnudez. 

Siento que la necesidad fulgurante y creadora que me ha acompañado los últimos años no se deja reconocer únicamente por ser creación o por ser necesidad, sino, por el hecho mismo de haberse convertido en una de las tantas razones por las cuales seguimos en pie de batalla. 

Me cuesta explicar cómo fue que me di cuenta que se me habían roto los pulmones de la tristeza y cómo empecé a parcharme el pecho con brillantina y colorines. Fue quizá una respuesta automática, nacida desde la originalidad de las razones absurdas que me acompañaron desde que nací. 
Nunca realmente he hecho sentido, y siempre he buscado hacerlo, a pesar de que crea fervorosamente de que no se necesita hacer sentido para existir.

Hoy desperté temprano, fui a nadar y bebí el sol. Me dediqué a pensar en todas las cosas que hago y que me han dejado petrificada, sentí la invariable necesidad de crear mientras flotaba. Crear.
La palabra me nace desde lo más profundo de la boca, crear. Crear. Mientras exista, crear. Mientras camine, crear. Mientras viva, crear. Sentir las cosas puede dejar de ser tan detestable si tan solo aprendo a crear. Es lo único que pido, la facilidad de crear. Dentro de unos cuantos años sueño con poder moverme al rededor de la ciudad mientras escucho música, añoro la soledad de un auto y la suavidad con la que puede moverse a lo largo de mis carreteras favoritas y la música apasionante que escucho mientras las cuatro llantas se mueven.
Siento que es una interpretación absurda de mi necesidad de huir de las cosas que me hacen daño, huir no como si no las quisiera enfrentar, sino, huir como si no quisiera seguir entregándoles más energía.

Me levanto para respirar, muevo las manos y trato de levantarme de la cama con una sensación renovada de la vida, pero hay días en los que no logro entender realmente para qué hago las cosas y por qué existen de la manera en la que lo hacen. Quisiera poder arrancarme las cosas que me duelen, pero lo he intentado tantas veces que me asusta volver a fallar.

Tengo miedo de las madrugadas, no quiero volver a sentirme tan adolorida. Detesto el olor del humo del cigarrillo en las noches pero todavía me acuerdo con cariño de las noches en las que salía a fumar en la terraza de mamá y me repletaba de adrenalina para todo el resto de la semana. 

Añoraba la libertad que tengo ahora, pero me olvidé de seguir llenando la lista de cosas que añoro y ahora me siento vacía. En doce horas estaré hablando con el que ahora llamaré mi psiquiatra, le contaré de la tristeza y de la bruma que me envuelve, conversaremos de la tristeza, de la depresión, de la violencia y de la rabia, le contaré de mis últimos meses, de las madrugadas insomnes, de las pastillas para la rapidez y de los cigarrillos para contrarrestarlas, del amor vencido, de los sueños, de los momentos felices, de la infelicidad y de lo que es poder sentir los olores, ver las sensaciones, y saborear los sentimientos. Conversaremos de la eternidad y de la manera en la que mi vida se estructura, y quizás incluso le cuente de las cosas que me han pasado desde que tenía once años y que considero fueron el momento en que me volví consciente.

Tomar las riendas de mi vida ha sido un proceso molesto y a veces cansado, ojalá las cosas fueran más sencillas como solo apretar un botón para decir que una ya está harta de sentirse triste, y poder encontrar las maneras en las que no esté triste. Algo como una brújula para encontrar la paz, un silenciador de fantasmas, una guía de direcciones con todos los lugares que nos hacen feliz.

Buenos días, audiencia. Hoy nos enfrentamos a la compleja realidad del ser humano. Gracias.



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