Diarios de la depresión: clonazepán y circo pero Andrés Calamaro es mi psiquiatra y me da un abrazo al salir de la consulta

Intento escribir algo que haga sentido sobre cómo me siento después de la primera vez que fui a un psiquiatra. Tengo muchas palabras en mi garganta. Tengo muchas lágrimas que piden desesperadamente salir de mi. No tengo muy claro que viene después pero sí sé que tengo las ganas de hacer las cosas bien. Tengo una mezcla de sensaciones, añoro sentirme bien. Añoro sentirme en paz. Añoro hacer las cosas. Añoro dejar de llorar. Ya no quiero llorar. Ya no puedo seguir llorando. 

Tengo que tomar las riendas de mi vida y continuar con las cosas que me había determinado a hacer, y volver a querer hacer sentido. Quiero cuidarme, tomarme las manos y darme besos suavecitos en la frente. Quiero ser un lugar cómodo y seguro. Quiero poder regresar a ver y decir que sí, que yo efectivamente había hecho todo lo que podía y lo que estaba a mi alcance. 

He llorado mucho, no quiero patologizarme y definirme como la persona que tiene depresión, o convertir a mi carácter en la depresión. Puedo ser mucho más que eso, puedo ser mucho más que una receta médica, media tableta con el desayuna, un cuarto de pastilla antes de acostarte junto con cinco gotas debajo de la lengua.

Soy un mar de sentires, tengo todo en mi contra y a pesar de eso he seguido nadando. Me gusta levantarme a hacer las cosas que me hacen sentir bien, como bañarme o tomar un paseo en mi avenida. No tengo ganas de hablar, quisiera verme cobijada y abrazada, espero el amor y el apoyo de un calor fulgurante que me recuerde por qué la vida es suficiente, por qué la vida es todo lo que necesito. Nada más, me despierto y estoy viva. Me despierto, y estoy viva y agradezco por esto. Agradezco por tener acceso a todas las verdades que me han guiado.

La verdad y la libertad. La verdad nos hará libres, la libertad nos dará verdad. 

Al terminar la cita, me dio un abrazo y me dijo que todo pasará, solo tengo que ser fuerte, y seguir adelante. Cuidarme mucho. Tengo que ser gentil con mi cerebro.


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