Septiembre veintiséis, la víspera [Electric Light Orchestra - Confusion]
Hace algún tiempo decidí convertirle a mi cumpleaños en el día predilecto para recordar que la vida es buena, el día en que dejaba la tristeza a un lado y me convertía en la persona que quería que las cosas fueran siempre bien y que se levantaba de la cama con las ganas de querer vivir. Y en efecto, decidir que la vida es maravillosa puede cambiar la manera en que ves las cosas por completo.
Empecé a querer verme mejor, con más cariño, con más compasión. Me veía a través de los ojos de mamá cuando me decía que era lo mejor de su vida. Me veía a través de los ojos de mi abuela cuando elogiaba mis vestidos, o mi peinado.
Dejé a un lado las palabras duras, las actitudes difíciles, las manos toscas. Me vestí de amor y bañé mi alma en el remanso de sentirse bien con una misma; pero mi piel, después de haberse acostumbrado a las piedras y al llanto, siguió crepitando las palabras que por tanto tiempo le habían enseñado a entender como naturales. Mi piel me dolía, mi piel estaba triste, mi piel estaba triste y yo estaba triste pero me veía en el espejo cada mañana con las ganas de querer quererme y entre lágrimas, soñaba en el día en que las nuevas voces reemplazaran por completo a las que hasta ese punto había determinado mi existencia.
Viví también el amor, viví la esperanza de un mañana completo y absoluto, viví las madrugadas más profundas y vi todos los amaneceres posibles desde la libertad. Aprendí a vivir sola y dejé que el mundo me llevara por las callejuelas más recónditas, aprendí a tomar la libertad de sentirme mía y absoluta, fui un planeta, fui un vacío, fui todo y me dejé en la nada. Había días en los que no soportaba el tener que tomar decisiones sobre mi vida y me dejaba en el abandono, y muchos otros en los que me sentí tan empoderada a hacer las cosas que no dejaba de hacer y ser a la par.
Extrañas las vueltas que da la vida, hoy es lunes y estoy en una ciudad que no es la mía. Estoy sola, en medio del mar y del sol. Tengo todo lo que un día soñé querer tener y me levanto siempre según sea mi voluntad. Tengo una mezcla extraña de nostalgia, de soledad, de añoranza, y sigo aún buscando mis lugares y momentos felices.
Bajo a la orilla del mar y recorro las escalinatas repletas de piedrecillas de miles de colores, me siento a escuchar la marea subir y bajar rítmicamente, respiro el aire salino y me dejo sentir, me dejo pensar, me dejo ver la vida pasar. Siento profundamente las cosas, las experimento, las reduzco a polvo, las observo, las dejo macerar, y me siento a ver la vida construirse mientras una leve ventisca levanta las partículas de ese polvo mío que nació de las huestes marinas.
Soy del color del sol y reflejo en mi todos los colores que pueden nacer de la tierra, me recojo en las manos de la existencia como si fuese agua marina y me desvanezco a la par. Subo a las piedras, las cubro de la suavidad de la marea y despejo la arena de su superficie, y entonces, desaparezco en el aire. Subo, etérea, hacia el infinito, y cubro todos los espacios. Soy nube, soy ventisca, soy lluvia, soy el sol.
Me convierto yo en el sol, me convierto en los rayos a través del mundo, me transformo y respiro junto a todos los seres del planeta que también respiran a mi lado. Soy de todo el mundo, pertenezco a la faz de la tierra.
Elisa, tienes veintiún años, mañana te levantarás de veintidós. Tienes la vida en tus manos, tus manos son vida, tu voz es la razón del mundo, vos sos tu mundo y me emociona compartir todos los días del resto de mi vida con vos.
Te quiero, corazón, te quiero.
Gracias por hacerme feliz. Gracias por existir.
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