Septiembre cuatro: Present Tense - Radiohead

El sábado conversé con mi psicóloga acerca de las maneras en las que el dolor me ha dejado inmovilizada. Todas las noches me muevo en silencio, en cansancio, en un mañana esperanzador que no termina de llegar porque tengo cincuenta mil cosas que hacer y no logro priorizar y solo corro despavorida por todo lado.


Me había olvidado de lo que esta sensación traía consigo, no me gusta el silencio de mi casa y la repleto con salidas inconclusas, irrelevantes y perdidas de lo que yo imaginaría es en realidad la felicidad. He vuelto a pensar a la depresión como una razón perenne en mis días, casi como si fuera parte de todas las avenidas que recorro.


Trato de pensar en las cosas buenas que la vida me da, trato de pensar en las cosas alegres que los días me traen, me río con la gente y abrazo mis ganas de sentirme mejor pero también me siento cansada y no quiero hablar, ya no quiero hablar. 


Quiero sentarme en la vereda del callejón de la casa de mamá, no quiero fumar, solo quiero esperar a que las cosas mejoren y dejar que el viento se lleve consigo mismo todo el aguacero que un día creía que me llevaría a mi también.


El agua rebosa en todos mis jarros, el sueño aplaca mis pestañas, el frío me entumece. Me siento perdida y un poco más cansada de lo que debería estar a estas horas. Quizá esconda estos textos algún día, quizá los deje aquí para rememorar, como tanto me gusta. Pero hoy quiero dormirme, quiero dejar que las palabras trabajen por mi.

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