Brownies tibios y un americano
All the dreams we shared and lights we turned on
But the house is getting dark
And I don't want to know your past
But together share the dawn
Los ojalaces, quizaces, nucamases me recorrieron la piel esta mañana cuando regresaba a la casa después de haber pasado una tarde compleja, una noche despierta y una madrugada con la extraña sensación de que todo lo que hacía estaba bien. Tenia la costumbre de querer que todo se dibujara como yo lo imaginaba, y no como en realidad iba a suceder, a pesar de que era muy consciente de todas las cosas que requerían mi atención para funcionar bien, para que sucedan como en el sueño dorado de la idealización de un vida eterna dedicada a la realización personal de mi camino. Cincuenta palabras para decir que quiero ser feliz y que me reivindico en las mañanas como un ser humano que encuentra destellos radiantes de vida en la manera en que el sol nos acaricia las rodillas.
Año tras año recubro mi espalda de fuertes y enceradas hojas que me perfilan como un follaje reverdecido en cada primavera, pero que indudablemente necesita humedecerse para recobrar la fuerza torrencial de las gotas de lluvia bajando por sus tallos.
Y lloro, lloro mucho. He aprendido a llorar con fuerza, a llorar orgullosamente, a llorar con ganas y sin cortarme la garganta con palabras que no me sean cuidadosas. Me recubro de besos, en la frente, en las palmas de las manos, en las cicatrices, en los antebrazos, en donde duele y en donde dolió. No me dejo de decir todo el tiempo que mi centro redirige sus manos al rededor de las vidas que me han marcado con su calor, con su ventisca y que fueron un refugio en medio de la tormenta.
Cada día más cerca del número lindo que es el veinte-y-uno. Emocional y perpleja, repleta de unas ganas locas de ser más planeta y universo que cualquiera de las versiones que me han antecedido.
Todavía me tropiezo en las callejuelas chuecas de la ciudad de los colores, pero he convertido sus vacíos estructurales en lugares donde me planto a crecer por un tiempo y no dejo que nada interfiera en sus grietas repletas de vida, vida mía, sustancia elemental de un magma violeta.
Siempre he dicho que yo siento profundo, muy profundamente, con todo el corazón, con los huesos y los lagrimales, las pestañas y pecho. A veces me inundan sentimientos que no termino de entender, sobre todo porque responden ante personas que descubren su existencia temporal y eterna dentro de mi piel.
Es bueno extrañar y sentirse triste, y nostálgica; significa que hubo algo bueno en medio de la marejada.
Parachutes, to share the dawn together.
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