La absurda cantidad de veces que he recalentado esta taza de café.

Esta es una carta sentida, cortada por la mitad, sangrante. Me siento abandonada en medio de una calle bulliciosa, en mi casa nunca hay silencio o soledad. Hay abandono, rencor, ira, tristeza, pero nunca silencio; penas amargas y caducadas penden de las ventanas, están hacia afuera y esperan penitentes por alguien que las tome, desenvuelva la palpitante carne de su dolor y las arroje lejos. Yo estoy asustada en una esquina viendo como el sol acaricia lentamente las montañas, espero que llegue por mí, que me replete la piel de su brillo y me abrace por una estación entera. Soy verano en primavera, invierno en primavera, otoño en primavera. 

Esta es una carta sentida para quien sea que la lea, el año que sea, la vida que tenga. Es una carta para decir que siento profundamente, siento cada una de las gotas que resbala por mi cara y cuyo trazo se marca bajo la luz. Quisiera llorar frente a un espejo para poder abrazarme a mi misma, solo yo entiendo todo el universo de giros que he dado, solo yo me he curado, solo yo y yo solamente. Y está bien. Porque pronto me mudaré enteramente a mi casa-cuerpo. Seré todo lo que lleve, será todo lo que tenga. Yo, hogar, yo, espejo, yo, giro astronómico, caleidoscópica coincidencia de azares.




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