Art Beyond Rage

Hoy tengo ganas de hablar, de sincerarme, de mirarte a los ojos y llorar en tus brazos. No han sido meses brillantes o serenos, la sensación de estarme constantemente ahogando me borró las palabras que había preparado hace mucho tiempo para vos. Cómo te quiero, corazón, pero ya no puedo seguir caminando, me duele la espalda y aún debo recoger varios pesos más en el camino. La palabra de quien no grita tan a menudo como quisiera, se desvive en mis labios. No puedo continuar pretendiendo que la vida es un solaz donde me encuentro apaciguada y puedo reclinar mi cabeza para tomar el sol.

El frío de arranca los deseos criminales de querer seguir con(migo) vida. Las tardes soleadas, en cambio, me hacen rebotar el alma y mi energía se alimenta únicamente de la alegría que significa encontrarme del lado del sol, de la luz, del calor. No hay comparación con el sentimiento que te envuelve cuando estás ligera y libre de los pesos de cobijas, y siente como el calor se acumula en tus rodillas, manos y frente. Salir a la terraza a velar por tus calles es un acto heroico para tu piel que respira hondamente y se deja rozar por fuertes vientos. Entonces, el viento no es sinónimo de vendaval, sino de constancia, de mejora, de caminar dando pasos ligeros y nunca parar.

Quisiera explicarme, pero no tengo la vida que me hace falta para contarte la mía, no tengo la paciencia, y tampoco tengo la piel lo suficientemente curtida para recibir tu silencio. No soportaría el silencio. No soporto el silencio. Ojalá hablar algún día, cuando las heridas hayan cerrado y las lágrimas floten por el recuerdo de lo que una vez dolió. Hoy me dejo en libertad, me regreso a ver mientras me alejo y blando las manos en una despedida esperada. No tengo ganas de continuar. No puedo hacerlo, se me han mojado los zapatos y los dedos del pie derecho se entumecieron en la idea que me había hecho de vos. Irrefrenable, ineludible, inmensa e impoluta. Como si fuese un acercamiento cuasi-divino, como si mi vida no pendiese de un hilo.

Hace un año escribía sobre la botánica del amor:

Ensemillarse, regarse, cuidarse y crecerse. Como si fuera tan simple entregarme a la ardua tarea de amar, como si no tuviera cosas más difíciles que hacer -como sobrevivir-, como si las ganas nacieran cada mañana de mis ramas y el aire les respirara el oxígeno que necesitan para seguir adelante. Es agotador no saber hacia dónde dirigirme, quisiera tener instrucciones, quisiera saber que en algún lado, en algún momento, mi vida cobra sentido. 

Ojalá fuera todo distintos. Incluidos los sentimientos. Ojalá mañana vuelva a llover para no dejarme enceguecer por una tarde linda.




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